Ensayos y funciones previas


En la función del viernes pasado -la primera en el teatro de La Latina- del musical «Casi normales», salieron antes de levantar el telón (virtual) los directores de la función, Luis Romero y Xavier Torras, que agradecieron al público su asistencia y advirtieron que el espectáculo podia pararse si surgía cualquier problema; es decir, como si fuera un ensayo general. 

He de decir que por un segundo estuve tentado de levantarme, ya que aquella era también la «función de prensa», y me parecía tener muy poco -o ningún- respeto por quienes estábamos allí para trabajar (además de, en mi caso concreto, para disfrutar). Ignoro si en el patio de butacas había espectadores de pago, pero en el caso de que así fuera tampoco para ellos se mostraba respeto con dicha advertencia.

Las funciones previas son una práctica habitual en el mundo del teatro neoyorquino, tanto el musical como el de texto. Sirve para rodar la función antes de presentársela a la crítica -la noche del estreno oficial se llama «Press night»-. Aquí en España se importó este formato, y alguna productora dedica una de las previas a la prensa, y con esta función tiene contentos a muchos profesionales de los medios y «se quita de encima» muchos compromisos con ellos. Gran idea. Pero siempre he pensado -y sigo pensándolo- que los críticos -ellos van a trabajar- merecen una consideración diferente. Pero, claro, esta es únicamente mi opinión-.

Volviendo a «Casi normales» (dejo aquí mi crítica); me consta que hubo la víspera de esta primera función problemas con el sonido que tenían inquietos a los intérpretes y a los responsables, y eso seguramente motivó el aviso. Pero, insisto, una cosa es una previa y otra un ensayo general. Evidentemente, si surge algún problema irresoluble, la función ha de pararse; pero tanto en una previa como si lleva tres años en cartel. 

Evidentemente, quien asiste a una función previa de un espectáculo -más si es técnicamente complejo como suelen ser los musicales- sabe que existe mayor riesgo que que tenga que pararse que si lleva ya cien funciones. Recuerdo, por ejemplo, un parón al poco de empezar una previa de «Rocky», pero a nadie le extrañó ni le molestó; cuando se resolvió el problema, la función prosiguió con absoluta normalidad.

El aviso de los responsables del espectáculo esconde, sin embargo, un problema que me parece mucho más grave: la falta de tiempo que tienen los espectáculos para prepararse en el escenario en el que van a alojarse. Muchos levantan el telón con tan solo un ensayo -y eso es un lujo-, algo a todas luces insuficiente para espectáculos como «Casi normales». Pero los teatros mandan, y nadie quiere perder un día de taquilla. Las compañías sufren, porque no pueden ajustar el montaje y el espectáculo, así, se resiente; y el espectador lo paga, porque no recibe (en muchos casos) el cien por cien de lo que ha ido a ver. Muchas primeras funciones son, en realidad, un ensayo general en la práctica. 

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